Habitación de Amelia

Ladeé la cabeza con brusquedad y la miré de reojo.
-No hace falta, siempre he decidido a quién morder.-respondí con seriedad.-Tengo el suficiente autocontrol como para que no corra peligro conmigo, al menos en ese aspecto. Además, no me llama la atención como alimento, un niño no llena como un adulto.-expliqué.

-Lo siento no queria que te ofendieras-le dijé amablemente.
-Pero entonces porque vania te retó así cuando te pregunto quien la convertiria, no te cree capaz de contenerte?-le dijé mirandola seria.

-No es lo mismo oler que morder. Sentir el sabor de la sangre humana es irresistible. Ahora mismo, si respiro, notaré el olor de su sangre, eso no me causa problemas. Pero si bebiese...-no hacia falta terminar la frase, estaba claro lo que queria decir.

Asentí con la cabeza pues sabía lo que queria decir.
-Amelia no te conozco de mucho pero no crees que sería un buen momento para hablar sobre nosotras -le dijé mientras me acercaba más a ella.

La miré pensativa.
-No veo por qué no- respondí mientras hacia un gesto con la mano para indicarle que se sentase donde quisiera.

Me alegré de que alguien me contará su historia me estaba empezandoa caer bien Amelia aunque todavía no sabía porque vania la trato así sería por la presencia de la niña o siempre era asi?,dejé mis pensamiento a un lado y tomé asiento para escuchar su historia o lo que decidiera contarme.

-¿Qué quieres saber?-pregunté cruzando las piernas y ladeando un poco mi cuerpo para quedar frente a ella. No pensaba contarle toda mi historia, solo lo que ella quisiera saber.

No tenia claro que preguntarle pues no sabía si podia hacerle daño algo o simplemente que no queria contarme esa parte,porque todo el mundo me preguntaba lo mismo...
La miré encogiendome de hombros -No sé, porque no me hablas de tu vida aquí desde que llegaste?-Le pregunté entre susurros.

Me rei entre dientes.
-Cómo decirlo, ha sido... acepable. En general todos son agradables, algunos más que otros, claro- dijé.

Me reí con ella
-Si te digo la verdad conozco a algunos cuantos vampiros y vampiras de esta mansión y si te digo la verdad con uno de ellos no empeze con muy buen pie.-le dijé dandole la razón a eso ultimo que dijo.

-¿Con quién?-pregunté con repentina curiosidad.

Suspiré y dijé-con Caleb seguro que le conozces o lo has visto por la mansion,pero sigue este es tu turno-le dije dibujando una sonrisa en mis labios.

La miré incredula.
-Caleb-repetí.-¿Caleb?. No es normal en él comportarse así.- murmuré.

Le devolví la mirada incredúla mientras pensaba en porque le parecia tan extraño que le dijese ese nombre, entonces pense que ese comportamiento solo lo tuvo conmigo.
-Supongo que tendría un dia malo-le dijé recordando aquel día.

-Supongo... pero no es propio de él comportarse así ni siquiera en sus peores momentos.- respondí. Daba igual, era problema suyo si perdia una posible conquista, no mio.

-Tampoco me llama la atención Caleb y menos despues de lo que pasó-le dijé ya que pudé ver lo que estaba pensando en sus ojos.

¿Tan transparente era?. Cambié de tema radicalmente.
-¿Por qué viniste aquí?.-pregunté.

Agaché la mirada seguida de un suspiro.
-No lo sé-le dijé con la voz muy apagada y entrecortada.

Que mala suerte, decidí dejar el tema.
-¿De dónde eres?-pregunté tras unos segundos de silencio.

Meneé la cabeza lentamente.
-No sé nada de mi solo recuerdo antes de llegar aquí que estuve durante muchos dias andando hasta que agotada cai al suelo y cuando volví a despertarme ví la mansión...a veces me vienen imagenes de un lugar como si hubiese estado alli...pero no se donde esta ni que lugar es-le dijé con el mismo tono de voz que antes.

... Mejor me callaba.
-Bueno, tarde o temprano recordarás algo. Mientras tanto estate tranquila, no es bueno forzar las cosas.-traté de animarla.

-gracias,pero me frusta mucho que algunas veces vea cosas y no se que son...es como si me quisieran dar pistas o algo por el estilo..., no te preocupes creo que hablarlo con alguien me haría bien-le dije levantando la miranda del suelo y dedicandole una sonrisa por su gratitud.

-Vania lee la mente, quizás ella pueda decirte todo lo que quieres saber. Deberías ir a verla y pedirselo.-sugerí.

-No gracias prefiero averiguarlo por mi cuenta-a saber que cosas halla echo o ocurrieron en mi vida y en mi no vida...

-Miralo de este modo, Vania es como un cura y tú el confesor. Los curas no pueden decir nada de lo que se les confiesa debido al secreto de confesión, el caso de Vania es más o menos igual. Nuestros pensamientos, anhelos, miedos y recuerdos son privados por lo tanto no puede decir nada de lo que ve u oye.-expliqué.-Lo más seguro es que te diga lo que ha visto y no vuelva ha hablar nunca más de ello.