Tirada en un sofá.

-Creo que no eres quien para decir eso. Te recuerdo que tú te decepcionaste al encontrarme porque me tenías idealizado.

-No me intersa aprender la diferencia de eso. Mis relaciones no se basan en el amor, como haceís vosotras. Se basan en lo físico y, ocasionalmente, en lo intelectual.-expliqué sin inmutarme por su gruñido.

-Increible.-murmuré incapaz de creerme lo que acababa de oir.

-Mi "padre" también me ha ayudado varias veces, pero perdería mi estima si me levantase la mano aunque solo fuese una vez.-comenté.

-Y también un maltratador que siempre sale airoso porque le defiendes.-añadí.

-Y a mí me da asco pensar que existe gente así.

-Sí. Viví con él tras convertirme, pero acabé marchándome. Me hospedo en su casa de vez en cuando.-expliqué.-Se llama Carlo.

-Solo por si estás pensando buscarle, que sepas que nació en 1226.-advertí sonriente.-Yo que tú, me guardaba el odio.

Me puse en pie y, agarrándola por el cuello, la levanté del suelo unos cuantos centímetros al tiempo que apretaba cada vez más.
-No lo vuelvas a hacer o acabarás muy mal.-amenacé. Después, la estampé contra el suelo.
Me senté de nuevo, saqué un pañuelo del bolsillo y me limpié la sangre

Me la quité de encima con facilidad.
-¿Se te ha ocurrido pensar que no te recordaba?-inquirí sujetándola por las muñecas para evitar que volviese a arañarme.-Piensa un poquito, Elisa.-ejercí presión en mi agarre y le aplasté los huesos.

-¿Y qué esperas que haga? No me voy a lamentar por algo que perdí y que, al no recordarlo, no me inspira nada.-contesté.-Tú misma. Búscale, si quieres, estarás muerta en cuestión de segundos y ni siquiera le habrás tocado.

-Dale recuerdos de mi parte.-murmuré burlón.