Amelita está empapada.

Observé las rosas en silencio, tenia la sensación de que nada mas entrar por la puerta de la mansión volveria a ser el Vincent de siempre.

-En realidad no me preocupa nada.- respondí aun mirando a las rosas que tenia en frente.- Estoy acostumbrada al Vincent que solo me habla para meterse conmigo, que me llama Amelita para molestarme.-arrugué la nariza al decir mi nombre así.

-Eres el único que se mete conmigo porque sí, los otros dos lo hacen porque son...-qué palabra podia definir a esos dos. No existia esa palabra, bueno si existia pero no podia usarla.- asi. Y lo de Amelita, como ves me empiezo a aguantar, cuesta, pero me aguanto.- en el fondo discutir con él no estaba tan mal, pero eso nunca lo reconocería abiertamente.

-Deberia hacerlo.- respondí. Pero entrar en la casa y poder cruzarme con alguno de esos dos despues de lo tranquila que estaba me aterraba. No queria enfadarme tan pronto.-¿Te molesto?.-era obvio que si.

Cogí el petalo de mi pelo y lo dejé caer al suelo con los demas.
-Pues entonces prefiero quedarme un rato mas, no quiero cruzarme con ellos.- comenté sentandome a su lado.

Me giré hacia él y con mis dedos indices dibujé una sonrisa, un poco rara, en su cara. Sonreí.
-Solo haz esto.- respondí.-Si los demas sonrien yo sonrio. Siempre.-

Rodeé su cuerpo con mis brazos.
-Que poco me conoces, las apariencias engañan Vincent. Solo los que se molestan en conocerme saben como soy de verdad.- contesté.

Permanecí en silencio, reflexionando sobre lo que acababa de decir. Recordé la conversación que habia tenido con Abel unos meses antes de vivir en la mansión.
-...hay que valorar lo que los demas te dan por poco que sea y no pedir mas.-murmuré mas para mí que para Vincent.

-Como quieras.-respondí.-Que descanses.-