La última cena.

-Entonces no eres su "hija", eres su perro. Te castiga cuando haces algo que no le gusta, igual que si de tu amo se tratase.-repliqué.- El poder, en las manos equivocadas, corrompe el sentido de la justicia.

-Si no te protege de él mismo, no te protege de nada, él es el mayor peligro.

No hice ningún comentario, la actitud de Vania hacia ese hombre me parecia totalmente estúpida.

Permanecí en silencio, reflexionando sobre la posibilidad de cruzar unas palabritas con Cloud para ver si él era capaz de sacarle esa estupidez de la cabeza a su compañera.

-Incomparable.-refunfuñé apoyándome en el brazo del sillón con mala cara.

Me encogí un poco entre los cojines.
-¿Te importaria no decir que amo a Vincent?-pedí avergonzado.-Amar es una palabra muy seria...

Siseé.
-Dejémoslo en que interesa mucho.-propuse.

-Lo único parecido es la uniteralidad de ambas relaciones, tú le quieres él a ti no; yo le quiero él a mi no. Ya está, no hay más.-sentencié.

Me volví hacia ella con intención de cruzarle la cara por su osadía. Acabé deteniéndome, quizás porque una parte de mí le daba la razón.

Dejé caer la mano que se encontraba a escasos milímetros de su cara sobre mi regazo.
Me levanté y de pasada deposité la copa en una mesa de té cercana.

La aparté de mí con brusquedad y sin ni siquiera mirarla me dirigí a mi habitación.