Sustos tontos.

Bajé a la playa todo lo rápido que pude, intentando imaginar las posibles reacciones por parte de Cloud y quizás también de Nicolas. Seguramente me matarían o al menos uno de ellos lo intentaría. Escudriñé el mar detalladamente busca algo que me indicase que seguia entera.

Me volví hacia ella echando chispas.
-¡Tú eres idiota!-rugí. La agarré por los hombos y la zarandeé bruscamente.-¿Se puede saber en qué pensabas? ¿Es que quieres que tu papaito y tu novio se dediquen a intentar darme caza el resto de mi inmortalidad por habertelo permitido? ¿Y si no hubieses salido qué, eh? ¿Con qué cara me planto yo ante ellos para contarles lo ocurrido?
Qué mal lo había pasado pensando que mi supervivencia dependia de que saliese o no del agua.

-¿En qué pensabas?-insistí.

La miré con incredilidad.
-Espera, antes te he llamado idiota, ¿cierto?-preguné con educación.- Permiteme rectificar... ¡eres gilipollas!-me dí la vuelta dirigiéndome a la salida de la playa.
No sé cómo debo decirte las cosas para que dejes de insistir y de hacer pruebas estúpidas, pensé añadiéndole a mis pensamientos todo mi cabreo.

-Ni se te pase por la cabeza compararte con él, Vania.-advertí. La sola idea me daba arcadas.-Acepto compañía de gente que me es grata, pero no tengo por qué tolerar a mí lado a gente que no despierta ningún interés en mí. Estoy solo a falta de algo mejor. No, eso tampoco es correcto, estoy solo cuando lo mejor no está presente.

-No, no es que sean los mejores por eso sino porque ni ellos ni yo vemos la necesidad de pasarnos todo el tiempo juntos ni siempre separados. Cabrón; sí, desagradecido; no. Pero desde luego no voy a arriesgar mis huesos por alguien que se tira desde un acantilado consciente de todos los riesgos. Además, tirarme habría sido una estupidez, me habría roto algo para nada porque tú te habías puesto a salvo.-repliqué permaneciendo donde estaba.
-Tú no lo entiendes porque te pasas el tiempo pegada a Cloud y cuando no es así solo quieres lanzarte a sus brazos. Pero yo no necesito pasarme el tiempo pegado a nadie porque sé lo agobiante que resulta y porque me gusta tener mi propio espacio.

Giré la cara hacia ella, eso había sido un golpe bajo. En mi rostro apareció una huella de dolor y sufrimiento.
-No sabes nada.-dije en un leve susurro. Me dí la vuelta y me alejé a grandes pasos.

Aparté su mano.
-¿Qué crees que sabes?-pregunté

Siseé. Ya decía yo que no podía ser.
-A mí eso es algo que me da igual.-repliqué.

-Tengo algo que hacer.-respondí. Volví a ponerme los cascos y abandoné la playa.