Primer entrenamiento

Aparecí a su lado. No llevaba el estilo de ropa de siempre. Había cambiado las camisas por un jersey negro ajustado y los pantalones oscuros por unos vaqueros desgastados. También llevaba puestas unas deportivas.
-Empecemos.-indiqué.-Quiero que empieces atacando tú.

Un paso hacia la derecha me bastó para esquivarla. Antes de que se quedase a mi espalda la agarré del pelo y tirando hacia delante la dejé tumbada en el suelo.
Bajé la mirada hasta ella.
-Puedes hacerlo mucho mejor, Irina.

Conseguí agacharme a tiempo y agarrándola por el cuello la lancé contra la pared más próxima.
-No me dejas opción.-comenté. Me subí la manga del jersey y clavé los colmillos en el antebrazo probocándome un profundo corte.

-Irina, no te esfuerzas lo suficiente. Déjate arrastrar por tus instintos de neófita.-ordené.

La aparté de un manotazo.
-No recuerdo haberte dado permiso para beber de mí.-comenté con tranquilidad.
Avancé hacia ella con el brazo herido a la espalda, la agarré del cuello y la elevé manteniéndola tan apartada de mí como mi brazo extendido me permitia.
Estiré el brazo de la herida ante sus ojos, la herida estaba casi cerrada y las marcas de sus colmillos apenas eran visibles.
-No está mal cuando te empiezas a dejar llevar pero, sigues aferrándote a tu humanidad.-expliqué.-Basta por hoy. Sí me atacas te partiré los huesos tantas veces que no podrás volver a regenerarte.-la amenacé mientras la dejaba en el suelo.

-No te he podido hacer daño, ni siquiera te he atacado.

Sonreí.
-Exagerada. Aunque me hubieses enfadado no te habría hecho nada.

-No soy paciente pero sí soy delicado.-la contradije.

-Si no te liberas de tu humanidad al luchar conseguirás que la pierda.-comenté.-En serio, Irina, hazme caso.

-Te creo.-suspiré.-Deberías alimentarte.-sugerí mientras avanzaba hacia la salida.