Después de recoger y cambiar todos los libros de mi habitación por quinta vez, decidí, que lo mejor era salir a despejarme. Llegué al río con una toalla al hombro y vestida con el camisón con el que luego me acostaría. Pretendía darme un baño para despejarme y relajarme un rato, olvidarme de todo por un rato. Dejé la toalla en la rama de un árbol cercano junto al camisón que acababa de quitarme. Me metí en el agua y dejé que me cubriese entera. Cerré los ojos y me tumbé sobre el fondo rocoso del río.