Depredadores

-Me conformo con que no sea muy mayor.- respondí mirando a mi alrededor.-¿Los toturas antes o vas al grano?.-

Me fije en que un poco mas atras habia un chico sentado en un banco leyendo, era guapo para ser un humano. Parecia alto y me gustaba su pelo moreno y sus facciones.
-Si ese es tu deseo.- sonrei a Vincent. No espere ningun tipo de respuesta por su parte, me acerque al jovén, me senté a su lado y le miré. Una sola mirada bastó para que dejase el libro. Me miró un poco intimidado a lo que yo respondí con una sonrisa angelical. Le pregunte su nombre, se lamaba Erick, susurré unas cuantas tonterias al oido, ya estaba en el bote. Me levanté y le tendí mi mano, la cogio sin dudar. Hice que me rodease por detras con sus brazos y le llevé hasta donde esperaba Vincent.
-Et bien, ce que vous en pensez?.-le pregunté a Vincent.- A si, Erick este es mi amigo Vincent.- les presente con desinteres.

Fruncí el ceño.
-¿Y qué esperabas?. Somos irresistibles.- comenté con la misma voz sensual que habia usado para conquistar al chico.-Es una pena, si Vania me hubiese enseñado autocontrol quiza podria convertirlo en nuestra mascota.- añadí girando la cara y acariciando el cuello de Erick con la punta de la nariz poniendole la carne de gallina.

Me di la vuelta y con la lengua limpie la sangre que caia por el cuello del pobre Erick que nos miraba entre confuso y fascinado.
-Nunca he tenido una mascota.- susurre en su oido.-¿Quieres ser mi mascota Erick?.- recorrí su mejilla desde el oido hasta los labios con pequeños besos, al llegar a su boca lo bese bebiendo un poco mas de su sangre.
-Estoy lista.- anuncié.-¿Estas seguro de que podras controlarme?-pregunté mirando a Vincent de reojo.

Me apoyé en el hombro de Vincent.
-Procura venir, ¿vale?.-dije de pronto muy animada. Le agarré por la barbilla obligandolo a inclinarse hacia delante y le di un fugaz beso de despedida.- Adiós guapo.- sonrei.

-Te lo permitiría con la condición de que no me dejes demasiado devil.- respondí echandome todo el pelo hacia el lado contrario a él dejando visible mi piel desde el cuello al hombro. No era la primera vez que permitia que otro vampiro bebiese mi sangre.

Me encogí de hombros y fuí a sentarme a un banco observandole con gesto ausente.

Me dejé llevar sin entender muy bien a qué se referia.