Habitación de Irina

-Autocontrol, linda. Eres joven pero quizás lo consigas, si eres capaz de beber de un animal o de un humano sin llegar a matarlo sin querer podrás ver a tu familia sin ningún tipo de riesgo. Claro, tendrías que estar bien alimentada cuando os reencontreis.

-Recuerda que eres un vampiro, unas simples cuerdas no podrían retenerte. Además, si quieres estaré cerca y te sacaré de allí si es necesario.

-Como quieras, cuando te hayas decidido avísame.-contesté poniendome en pie. Avancé hacia la puerta y la abrí.- Recuerda esto: que tú les veas no quiere decir que ellos puedan verte a ti.-ladeeé la cabeza y me dediqué una media sonrisa.
-Ciao, pequeña Irina.

Entré. La herida ya se había cerrado, lamí la sangre, ya había sido suficiente.
-Tranquila, desear la sangre no es malo. Es más, haberte marchado aun teniendo tanta sed ha sido impresionante.-la consolé desde la puerta.

Suspiré. No me agradaba la gente que era tan pesimista.
-Lo harás bien.-dije a modo de consuelo.-No bebiste, o al menos no insististe en hacerlo cuando retiré la mano. Eso demuestra que tienes cierto control sobre ti misma, solo tienes que perfeccionarlo.

-Exacto.-asentí.-Aliméntate y, después, reúnete conmigo en el bosque. Empezaremos allí con el entrenamiento.-ordené.

Me asome un poco nerviosa para ver la habitación de Irina y si habia alguien dentro

-Hola, como estas?-salude un poco timida pero muy contenta de conocer a una persona nueva

-yo soy Surama Sleva, un placer-conteste con una sonrisa

.Lo mismo digo- respondi cortesmente.
-¿que os trae por mi cuarto?-pregunte.