Casi recuperado.

Sonreí.
-Vania, ¿es mi imaginación o de estar viva te estaría dando un infarto?.-pregunté. No tenia intenciones de abandonar mi tono de voz. Exalé mi aliento en su cuello y sonreí complacido cuando se le puso la carne de gallina.-Que encanto.-susurré acercando mis labios a su piel un poco más.

Me reí en susurros.
-Pareces humana, con estas reacciones. Te ves tan apetecible, en todos los sentidos, claro.-comenté, besé su cuello fugazmente.

-No te habría dejado morir.-aseguré. Arañé su cuello con la punta de mis colmillos.-Sería una pena que una mujer tan atractiva muriera, me sentiria eternamente culpable.-añadí recogiendo las minúsculas gotas que amenazaban con desperdiciarse.

-Te falta temblar.-comenté.-¿Acaso me temes, cara?-pregunté. Descendí un poco por su cuello.

-Haces mal, Vania.-respondí apartando el tirante su camiseta con la punta de la nariz.-Es una insensatez por tu parte no temerme a mí o a la situación.- Me pregunté hasta dónde me dejaría llegar.

-¿Me permites qué lo dude?.-pregunté besando suavemente su hombro.-Te lo demostraré.- puse sus manos sobre su cabeza y me senté a horcajadas sobre ella. Nuestros rostros estaban a escasos centimetros.
Al final estos jueguecitos no iban a estar tan mal, me lo estaba pasando realmente bien.

-¿Humm? Nada.-respondí sonriendo ligeramente. Me encogí un poco para quedar sobre ella. Y pensar que todo eso habia empezado por mi sed. Gire la cara como si fuera a besarla y... descendí hasta su cuello nuevamente.-¿Me permites?.-quisé saber.

Besé su cuello otra vez.
-Beber tu sangre.-expliqué.-Sabes que mi control es perfecto lo viste con el ciervo.-le recordé.

-Añademe a tu lista, pues.-respondí entreabrí la boca ligeramente.

-Me encargaré de él de ser preciso, no te preocupes, cara.-prometí.-¿Lista?.

Me detube durante unos segundos.
-Solo muerdo en dos lugares; el escote y el cuello. Elige.

-Es tan simple como que tengo sed y tú empeoraste mi situación.-contesté.