Tras una conversación agitada

Me puse recto, junté las manos a la espalda y la miré con gesto solemne.
-Como todo buen caballero es inevitable que me preocupe por las damas que me rodean, cara.-respondí. Caminé en paralelo a ella.

Giré la cara levemente.
-Explícate.-pedí.

Permanecí callado, me importaba mas bien poco por qué se preocupasen esos dos por ella.
-Bien, entonces dejaré de preocuparme por tí.-decidí.

-Eres muy teatrera, Vania. Todos tenemos problemas, sin embargo, no nos pasamos la vida lamentándonos y mucho menos hacemos un mundo de ellos. Tú sí. Cuando Lunne murió ¿cuánto tiempo sentiste dolor?-no esperé respuesta.-El tiempo justo para que Cloud te encontrase y te quitase la ropa. Ese es tu juego, buscas darnos lástima como si con eso consiguieses retenernos a tu lado más de un minuto. Quizá con Cloud eso te funcione, cosa que tampoco me extraña, pero a los demás tu comportamiento nos molesta demasiado.
-Ahora puedes justificarte y decir que no actuas así, pero sí lo haces. Consciente o inconscientemente, lo haces.-indiqué.

-Yo siempre he estado solo, Vania.-respondí separando las palabras y enfatizando el siempre.-Hasta que llegué aquí mi única compañía fui yo mismo, asi que no me digas que no sé lo que es porque si lo sé. Pero lo tuyo... lo tuyo es distinto, siempres estas con caras largas, lamentandote por todo. Dices que no te aceptamos, pues haz algo para cambiarlo en lugar de quejarte.

-Si todos lo decimos será porque es cierto.-contesté.- Ser como Nicolas... empeorarias las cosas.-añadí pensativo.

Me encogí de hombros.
-Tú misma. Yo ya te he advertido.

Negué con la cabeza y seguí andando.
-Paseaba.-dije.

-...¿Por qué lo preguntas?.-pregunté girándome levemente para mirarla.

-En mi caso paseo porque me aburro.-dije con una media sonrisa.

Me envaré. Giré como si fuese un robot y la encaré con seriedad.
-Es por precaución.-aseguré arrastrando las palabras al tiempo que entrecerraba los ojos.

-Como bien sabes, mi control es perfecto. Lo que ocurrió fue un pequeño accidente.-repliqué sin cambiar mi expresión ni el tono de mi voz.

Bostecé y me solté de ella.
-Estoy muy bien.-repetí continuando mi pequeño paseo en el pequeño claro donde nos encontrábamos.