Todos a la sala de reuniones.

Me pusé en pie y abandoné la laguna en dirección a la mansión. Queria saber qué pasaba y por qué esa llamada no era de Vania. Llegué y vi a un vampiro desconocido presidiendo, entré sin dudar y me senté a la espera de que la reunión comenzase.

Dejé a Talula dormida en el cuarto y fuí a la sala de reuniones. Me alegré de no ser la única allí, aunque mi pequeña alegria se borró al ver a ese hombre. Avancé y me senté cerca de Caleb.

Bajé a la sala de reuniones pues oí que una voz desconocida nos ordenadaba a todos los visitantes a bajar.Cuando lleguéme encontré con un hombre al que no había visto nunca... asique me fuí al lado de Amelia.

Estaba con Bianca en el salon, cuando escuche una voz que pedia que todos acudieramos a la sala de reuniones. Miré a Bianca y agarrandola de la mano nos apresuramos a la sala de reuniones. Cuando llegamos la sala estaba llena de gente. A muchos ni los habia visto todavia por la mansión. Saludé a todos los presentes y Bianca y yo nos sentamos en unos sillones de un rinconcito.

Le miré fijamente con seriedad. Habria contestado mal de no ser porque sabia que me haria papilla. Intenté controlar mis malos modos y hablé.
-La cuido porque estaba sola y herida no tiene nada de malo, sinceramente. No ha molestado a nadie y no dudo que será mejor que muchos de los que aquí habitan.-respondí.

Mi mente se lleno de imagenes de Talula. No tenía miedo por lo que pudiese hacerme a mí, sabia que tarde o temprano alguien me callaria la boca, la verdad es que estaba tranquila y mi rostro solo reflejaba seriedad. Pero Talu... ella si que me preocupaba. Me pusé en pie y avancé con resignación hasta quedar ante él. Mis últimos pensamientos fueron para ella. Esperé mi fin.

Escupí a sus pies al tiempo que me sacaba un cristal de la mejilla.
-Se llama altanería natural y no se quita.-repliqué. Me dí la vuelta.- Hablo como me hablan.-salí de la sala dando un portazo y me fuí a por Talula. De camino fuí dejando un rastro de cristales.