Una noche cualquiera.

Avancé despacio hasta el, deteniéndome en el árbol que habia a su espalda. Crucé los brazos y me recosté contra el tronco.
-Dichosos los ojos.-dije a modo de saludo. Le miré de arriba abajo casi con descaro pero, qué importaba. Le veia poco asi que lo mínimo era grabarlo perfectamente en mi memoria y así poder evocarlo siempre que quisiera.

Cambié mi postura y pasé mi brazo entorno al tronco, demasiado grueso como para rodearlo.
-Tú lo sabes. Tú eres quien decide cuando permitirme verte.-respondí sin dejar de mirarle.

Me incliné un poco hacia delante, lo justo para seguir manteniendo esa pequeña distancia que nos separaba, y lo justo para darme cuenta... olia a Nicolas. Volví a echarme hacia atrás con cierta brusquedad y giré la cara. Evité hacer algún comentario.
-¿Cuán grato te soy?-pregunté.-Esa parte es tuya, tu lo decides.

Que útil era no tener que respirar necesariamente. Clavé mis ojos en los suyos con un pequeño brillo victorioso en ellos al tiempo que le devolvia una de mis medias sonrisas
Agarré su mano con las dos mias, casi envolviendola y besé su palma.
-No vas a responderme, ¿no?-me cercioré contra su mano.

Metí las manos en los bolsillos sin inmutarme.
-Para nada.

Me reí entre dientes. No iba a permitir que el olor a ese hombre me hiciese desaprovechar el escaso tiempo que pasaba con Vincent. Suspiré, el olor de Vincent predominaba sobre el de Nicolas.
-No me hago el duro, simplemente no esperaba que lo hicieses.-repliqué. Saqué la mano izquierda y apoyé el antebrazo en el tronco sobre mi cabeza.
Cuanto me gusta ese rostro tan perfecto que ahora estaba frente a mi, lo miré fijamente memorizando cada detalle. Estaba claro que preferia hacer otras cosas además de mirarle pero cada vez que lo intentaba algo lo impedia. Era frustrante.

Cerré los ojos buscando disfrutar completamente de sus caricias. Besé su frente e inspiré su irresistible aroma. Bajé la mano que tenia en el árbol y la llevé a su cintura dejándola en ella.
-Quédate conmigo, aunque solo sea un rato más.-pedí en voz baja haciendole alzar la cara con la otra mano.

Me sentí un poco incómodo, no sabia bien qué decirle sin que sonase estúpidamente cursi. Me incliné y junté mi frente con la suya.
-Me gustas demasiado, ya lo sabes. Te necesito a mi lado, no... me siento demasiado bien si no es así.-contesté con expresión era seria. Besé sus labios y mordí el inferior sin intención de hacerle sangre.

Le solté y retrocedí un paso.
-Lo que tú digas.-respondí. De qué me valia discutir.
Volví ha hacercarme y le puse contra el árbol con brusquedad, apoyando mis manos a ambos lados.
-Sé lo que es un capricho, y desde luego sé lo que es un rápido enamoramiento. Pero tú... has despertado algo en mi. Esto no es un rápido enamoramiento porque no pueda tenerte.-expliqué ligeramente molesto en su oido.-Pero, desde luego, puedes creer lo que quieras.

Gruñí, ¿chiquillo? ¿qué se creia? Agarré sus manos por las muñecas y las puse sobre su cabeza. Pasando a agarrarlas con una de las mias.
-No te daré la razón, estas totalmente equivocado.-repliqué con el mismo tono.-¿Desde cuándo se puede dominar a un espíritu libre como tú?

-Iré al infierno de todos modos...-agarré su rostro con mi mano libre y le besé con fiereza y brusquedad. Pegué mi cuerpo al suyo todo lo que pude.

Retrocedí un par de pasos con la mano en la mejilla, cicatrizaria pronto a pesar de la profundidad. Ladee la cabeza y le miré de reojo. La sangre seguia escurriendo por mi cuerpo. Sonreí con cierta suficiencia al darme cuenta de que estaba excitado.