Tirada en un sofá.

Me detuve y alcé la vista hacia ella.
-Qué retorcida eres. ¿Sabes qué? Tienes razón no sé por qué te ayudo.-contesté limpiándome la boca. Le quité la botella y me la bebí yo.- Tu muerte no hará que odie a Carlo. No lo odié nunca por lo que hizo y no lo odiaré por esto. Haz lo que te plazca.
Dicho esto, me senté en un sillón.

-Bien.-fue todo cuanto dije.

-Porque soy gilipollas, supongo.-respondí mirando la ventana que había a mi derecha.

-Sí, sí que lo pensé. Mientras subía me planteé dejarte morir. Te ayudé porque morir así es una auténtica cobardía.

-No, gracias. Ya tuvimos una incineración con pelea después y todo.-contesté.-No fue agradable ver a Lunne incinerada.-respondí.-Pues aún te quedaban varias horas por delante antes de morir.
La miré de reojo.
-Hay tra botella en la mesita que tienes al lado.-informé.

-En el fondo no creo que quisieras morir. Sabías perfectamente que oleríamos la sangre y subiríamos a ver qué ocurría. Querías que te encontrasemos.-afirmé totalmente convencido.

-Si tantas ganas tienes de morir ve y termina lo empezado.-le espeté.

Me levanté y volví a sentarla en el sofá.
-Torpe.- dije volviendo a mi sitio.

-No suelo equivocarme.-respondí.-Pero sigo sin entender a qué tienes miedo.

-Fácil, no te suicides.-seguí sin mirarla y sin devolverle el abrazo.-Si tienes miedo a morir no busques a la muerte.

-Puedo encontrate un lugar donde quedarte en cuestión de minutos, si es lo que quieres.-contesté sacando el móvil.-¿qué es lo que sientes?

-No me ha molestado.-contesté.-¿Quieres que te busque un lugar en el que poder quedarte o no?