Ofreciendo una copa

-Conténgase, Amelia. Hará que me sonroje si sigue sonriéndome así...-sonreí, pasándome la lengua por los labios y fijando en ella mis ojos. Bajé la mirada hasta las formas que su camisón dejaba adivinar sólo para molestarla.- ya entiende lo que quiero decir querida. O quizá no. Lo cual sería una pena, porque...Disculpe, Vania.-me corté rápidamente por miedo a la reacción de la matriarca.

Rei sin poder contenerme ante la gran metedura de pata. Mire a Vania e inmediatamente me disculpe, aunque sin dejar de sonreir.

Bufé. La mojigata de Amelia resultaba un entretenimiento simpático los primeros quince minutos, pero era demasiado cargante para mi gusto. Esa risita suya se me antojaba histérica y me producía dolor de cabeza.
-Por favor, Vania. Permita que me retire, siento un leve dolor de cabeza.

Asentí y permanecí en mi sitio, mirándola a la espera de que me preguntase lo que desease saber. Mientras Amelia mantuviese el pico cerrado, todo iría bien.

-Me odia, verdad Vincent.- susure. No era una pregunta sino una afirmación.

-Ah, por favor, señorita. No monte una escena. No la odio.- verdad, no la odiaba, sólo pensaba que era ridícula. Y una frígida, dicho sea de paso. Más le valía no intentar hacerme sentir el malo de la película. O del culebrón, más bien.

Miraba a Vania desconcertada pero tambien a Vincent.
-Me da igual si me odia o no. Y para nada intento ponerle como el malo. Su opinion sobre mi me es indiferente.- respondi sonriendole.
-Yo creo que si.- respondi mirando a Vania.- Los rozes son logicos.- añadi.
Para mi Vincent solo era una pequeña molestia dentro de mi nueva vida.

-¿Podemos centrarnos en el tema a tratar, por favor?-bufé.

-Compréndame. Esto es para mí una jaula de terciopelo, pero no deja de ser una. No estoy acostumbrado a acatar normas. Hago todo lo que puedo, Vania.

Ya, claro. Lo unico que ha hecho desde su llegada es babear tras la jovén Lunne, pense. No era ninguna mentira. En general me lo esperaba ya que la gran mayoria de los vampiros machos son asi.

Asentí en dirección a la matriarca.

La mire, nuestros pensamientos nos delataban oviamente. Suspire, si eso iva a ser molesto muy a menudo.

Clavé la mirada en Amelia sin mediar palabra.

Que estaria pensando sobre. Note su mirada y se la devolvi.

-De dónde viene, Amelia.-quise saber.

-Naci en Marseille en 1901.- respondi apartando mi mirada.- ¿Y usted?.-

-Depende.-sonreí- Si me lo pregunta por cordialidad, le narraré un pasado cualquiera. Si me lo pregunta con verdadero interés, quizás sea sincero.

Era totalmente sincera, la duda ofendia. Le mire a los ojos.
-Soy totalmente sincera en mi interes.-respondi.