Conociendo a los invitados.

Bajé la guardia al contemplar esa maravillosa sonrisa y volví a pasarme la lengua por los colmillos inconscientemente.

-Sí, señora. Digo ¡no! señora. Confíe en mí, Vania. Me comportaré.- me estaba frustrando. No podía ni pensar una maldita palabra malsonante. Ya me veía condenado a la maldición de los ´recórcholis´.

Supuse que si podía mantener con tanta facilidad la calma, sin duda se había ganado cuando menos mi admiración. Bah. Esto era quitarle el azucar a un pastel. Por suerte, tenía un adorable edulcorante cerca. Al que claro, no se me permitía echarle el diente. Aún. Bebí, terminándome mi copa. Reparé en los elegantes ropajes que cubrían a Vania. Tenía un gusto impecable.
-Claro, lo comprendo. Yo me esforzaria del mismo modo en cuidar de ella si fuera mía. Quiero decir si estuviese en mi mano. Da igual. No quiero decir nada.-No podía morderme el labio por riesgo a sangrar, de modo que me clavé las uñas en la mano. El dolor me calmó, relajó e hizo sonreir amablemente.
-Decíamos...?-miré mi copa vacía y la dejé sobre la mesa- exquisita sangre.

Esto me estaba resultando demasiado molesto. Ese Vincent no tenia control sobre si mismo. Veia nuestro final cada vez mas proximo. Lo detestaba. Para mi gusto era demasiado...no habia ninguna palabra que lo definiese, bueno si la habia casanova y eso siento fina.
Suspire ligeramente, no queria que se volviese a fijar en mi, me ponia nerviosa y eso no era muy conveniente.
-Vania.- dije para llamar su atención.- Solo por curiosidad, ¿dónde habitan los licántropos?.-

Asentí. Amelia se estaba tomando muy a pecho mis terribles esfurzos por ser un hombre cuerdo y educado. Cuán desquiciante, yo lo hacía lo mejor que podía. Si no fuese porque estaba ya muerta, apostaría a que con tanto estrés estaría a un palmo de sufrir una taquicardia. Pero, ah, no, yo no estaba dispuesto a enfrentarme con ella. Quizás en otro momento podríamos tener una conversación tan amena como ésta-sonreí para mí.
Licántropos...hmmm. La vida errante siempre me había resultado de lo más gratificante, pero me daba la sensación de que este lugar no iba a aburrirme en absoluto.
-Más que entendido.-dije con firmeza. Me gustaba mi voz cuando sonaba firme. Era como...no sé.
Miré un par de segundos a Amelia, por simple curiosidad de ver qué cara estaba poniendo en ese momento.

Licántropos, estupidos e impulsivos. Seres que por una insignificante disputa serian capaz de matarte. Volvi a suspirar. Queria ir ha observarlos pero estaba el riesgo de crear un problema entre las 2 especies. Seres fascinantes despues de todo.
-Tranquila no tengo intención de acercarme a ellos, es solo para saber hasta donde puedo llegar paseando.- dije con cierto desinteres. Mierda, era mentira en realidad me moria de ganas de verlos, nunca los habia visto en grandes grupos siempre que me habia cruzado con alguno iva solo o con una hembra, cosa poco interesante, al menos para mi.
-Si me quedo aqui...-comence pero dude, aunque quiza seria mejor quitarme la duda. Bebi un trago de la sangre.- ¿Mis ropas serian como las vuestras?.

-Claro hija-le respondi consciente de la situación.
-Hay un armario con ropa en todas las habitaciones, no os preocupéis por el mantenimiento-le contesté a Amelia.
Luego me giré hacia Vincent de nuevo.
-Espero no haberte incomodado demasiado, soy reacia a que sientan interés por mi hija el primer día, lo siento si te has sentido..presionado-le dije con una pequeña sonrisa.

-No bromeaba cuando comenté que había sido un placer, Vania.-sonreí, midiendo mis palabras- espero que esta sea sólo la primera de muchas charlas. -comenté. La miré con cierto respeto y seguí con los ojos a Lunne.

Asentí, distraído. Mi mente volaba ahora mismo por los límites entre este territorio y el lupino. ¿Cómo sería aquello? ...

Escuché hija y acercarte, supuse que era lo mismo que me había dicho antes. Asentí nuevamente.
-Podría indicarme donde alojarme? Por favor.-dije.

Apreté los labios ante la repentina agresividad de la matriarca y asentí tras una inclinacion sumisa. No me atreví a mirarla.

Yo ya no me sentía con ningún ansia por sonreir.
-No tema por ella, Vania, no haré nada que ella no desee...-me toqué el cabello distraídamente.-Entonces...¿la ropa que hay en mi armario es...de ese tipo clásico?