Ofreciendo una copa

-Sé que provengo de Sofía, pero no sé si realmente es mi cuna. Quizás lo sea algún otro punto de Bulgaria. Desconozco la fecha.

Empezaba a sentir curiosidad por Vincent. Ademas ahora que me fijaba tenia unos ojos bonitos.
-Sofia...-murmure, Habia pasado por alli, parecia una ciudad interesante pero habia tenido algunos problemas con los vampiros.

Ahora que Amelia estaba calmadita, parecía que hasta podíamos conversar como personas civilizadas.
-Mi último destino antes de llegar a esta casa fue, sin embargo, Lion. Hábleme algo más de usted.

Vincent no era tan malo despues de todo, al menos cuando dejaba a un lado su mitad conquistadora.
-¿Qué quereis saber?.-pregunte tranquila.

-Quiero saber qué la trae por aqui. Yo no encajo con la dinámica de una vida comunitaria a este nivel- el término ´vida comunitaria´podía interpretarse de diversas formas, y yo sí encajaba en alguna de ellas, pensé para mí mismo con sorna - pero usted tampoco. Y el despliegue de armas con el que nos deleitó antes solo confirma mis suposiciones.

Tenia razón, ni él ni yo encajabamos aqui, pero al menos él ya tenia un motivo para quedarse. Yo aun no.
-Buscaba un sitio donde establecerme por un tiempo y tope con la mansión...Y bueno con respecto a las armas, me gustan los lios e ir protegida, tengo demasiados enemigos por el mundo-respondi con total sinceridad.-¿Y a usted Vincent?.- no sabia por que pero empezaba a interesarme su vida mas de lo que habria imaginado

-¿Yo? Pues... mi hogar se incendió, lo tomé como una señal y decidí probar suerte con un modo de vida diferente- dije. Recordé con precisión la noche en que desperté del letargo y cómo prendí fuego a aquella vieja mansión con todo lo que había dentro. Excepto mi instrumento, claro está.- Aunque para ser sincero, esperaba encontrar un aquelarre un tanto... diferente. Seguro que puede hacerse una idea sin más descripciones.
Me pregunté si estábamos caminando hacia una tregua duradera.

Me hize una idea muy clara. Pero mi rostro no demostro ninguna clase de emoción.
Por qué me resultaba tan interesante su vida. Casi sin darme cuenta le estaba prestando toda mi atención. Si me hubiesen atacado en ese momento no habria tenido tiempo de reaccionar.
-¿Su hogar se incendio?.- la pregunta que estaba pensando se me escapo.- Oh, perdon.- me apresure a decir, note un pequeño rubor en mis mejillas.
La sangre que habia bebido llevaba algo, era la unica explicación para mi actitud. Me sentia idiota.

No pude evitar sonreir ante su curiosidad.
-¿Debo entender que desea saber quién o qué provocó el incendio?-murmuré aún con la sonrisa dibujada en mis labios.

Esa pregunta no ayudo a mi rubor, que se acentuo aun mas. Asenti.
-Si no le molesta contarmelo.- conteste mirandole.

Me acerqué a ella hasta poder hablar en un susurro, aquello me divertía.
-Verá...-comencé.- Yo lo hice, en un arranque esquizofrénico. Ahorqué a mi doncella con su propio cabello delante del resto del servicio antes de obligarlos a mutilarse unos a otros.-sonreí, mirándola. Vi mis ojos reflejados en los de Amelia.
Me aparté, volviendo a mi lugar y rompiendo la tensión.
-Siento decepcionarla, Amelia. Fue tan solo un accidente.-mentí con descaro tras haberle revelado parte de la historia. Sonreí cordialmente. No podía recordar nada anterior al letargo, pero sentía un mórbido deleite al pensar en mi sádicas acciones al despertar.

Había olvidado la presencia de Vania. Y ahora ella sabía qué era cierto y qué no. Callé al momento.
-En realidad, no hay mucho más que contar. Un desgraciado accidente, un descuido del hombre con el que compartía mi casa. Eso es todo.

La miré quizás con menos respeto del que debía. Pero me estaba delatando ante Amelia y aquello no quería permitirlo.
-No he mentido, Vania.-murmuré, apretando los labios.

Aparté la mirada de ella y decidí no volver a jugar con temas así de serios. Tenía poco qué recordar, no veía por qué tenía que compartir ése mismo poco. Pero la conversación con Amelia estaba siendo agradable. Dibué la linea de mis labios con un dedo, gesto algo habitual, mientras miraba el salón en el que nos encontrábamos.

-No, sencillamente no tengo nada más que aportar. Quizás nos haría usted el honor de hablarnos un poco de nuestra matriarca.-sugerí.

Sonreí ampliamente. ´¿Pacto de no-intromisión?´ Pregunté mentalmente a la anfitriona.

Que decepción, yo pensaba que la historia de Vincent iva a ser mas interesante, pero despues de lo que me conto me di cuenta de que no era peor que yo ni mucho menos. Cuando se alejo de mi tube que apartar la cara para evitar que viese mi desilusión.
Suspire mas alto de lo esperaba. Mire a Vania.
-Con su permiso, me retiro a ponerme algo mas adecuado y tambien me gustaria ir a dar un paseo antes de que amaneciese.- le informe, no le pedia permiso, solo le comentaba mis planes aunque estaba claro que podia leerlos en mi mente.

Suspiré más tranquilo. Quizás había vuelto a alejar a Amelia de mí, pero eso era lo que menos me preocupaba. Observé a la joven y me incorporé.