Aburrimiento.

Me senté en uno de los bancos y pasé los brazos por el respaldo de éste. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás. Habia dejado a Vania gritándole a una puerta y eso seguramente lo iba a pagar caro, pero qué importaba. Aún así debía estar fuerte por si acaso me puse en pie y busqué al humano más cercano, por suerte era temprano y habia donde elegir. Me acerqué a un grupo de muchachos, no fue muy dificil convencer al más atractivo de que me acompañase tras unos árboles. Que dilema, ¿jugar un poco o matarlo directamente? Ciertamente era muy atractivo y olia muy bien. Suspiré, no me quitaba ojo, que gracioso esperaba que en cualquier momento empezase a babear. Rocé sus labios con los mios y puse mis manos en su cintura con una media sonrisa entre pícara y seductora. Sus brazos se enredaron en torno a mi cuello, iba a disfrutar de esto, estaba seguro.

Gruñí con la cabeza enterrada en el cuello de chico.
-Me divertia, en pasado.-puntualicé.-No acato órdenes, además esto va para rato. Me gusta este chico, ¿cómo te llamas?.-pregunté mirándole con interés.
Andrew, respondió intimidado por Vania. Comprensible. Lo pegué aún más a mi.
-¿Sí, Vania?-pregunté sin apartar la vista de Andrew. Temblaba de pies a cabeza, por lo que lo agarré de la mano y tras sentarme en el banco más cercano lo senté en mi regazo.-Date prisa, estoy ocupado.-urgí jugando con un mechón del pelo de mi juguete.

Andrew me miró confundido, no sabia el peligro de mi cercania, le miré tranquilizadoramente y lo senté a horcajadas sobre mi.
-Con público... por mi bien.-respondí con voz aterciopelada. Volví a besar a mi juguete y metí mis manos dentro de su camiseta, arañando su piel conforme mis manos descendian por su espalda.-¿No te importa verdad, Andrew?-murmuré descenciendo por su cuello. Decidí tomar su estremecimiento como un no.
-Ponte cómoda, Vania.-sugerí.

-Normalmente esto es más íntimo, pero para tu entretenimiento te permito observar.-explique mirándola de reojo con una pequeña sonrisa mientras arañaba el cuello de Andrew que jadeo.
-Tranquilo, amor. No duele.-susrré en su oido.-Te lo demostraré.-clavé mis colmillos en su cuello pero no bebí. Fruncí el ceño cuando agarró un mechón de mi pelo y tiro de él.

-Si tu perro no hace esto será porque es un soso.-repuse.- Espero que te diviertas.-añadí. Arañé el torso de mi humano y bajé las manos por sus piernas, qué fácil de excitar. Me reí.

-Cierto, no me interesa.-desgarré la camiseta de mi acompañante, dejando su morena piel visible. Besé su cálido torso, miré hacia arriba buscando sus ojos y sonreí ampliamente al ver lo excitado que estaba. Cuanto lamentaba no poder llevarlo a la mansión.
-¿Qué tal, Vania?¿Te diviertes?.-el crío lo hacia todo, notaba su mano dentro de mi pantalón mientras que con la otra agarraba mi pelo para impedir que me alejase.

Suspiré y me quité a Andrew de encima, sentándolo a mi lado visiblemente disgustado.
-Aguarda un momento.-pedí pasando mi brazo sobre sus hombros.-Habla, Vania.

-Habla.-repetí.-Él puede esperar, además no me gustan los mirones y menos si no les agrada lo que ven.

-No me asustes al niño, que está en una edad muy impresionable.-me quejé. Tosí un poco.-No se puede decir que estubiese cazando, me lo estaba follando, o eso intentaba, y te he dejado hablando sola porque me aburria.

-¿Quién me manda hablar contigo de eso?-suspiré.-Olvida el tema de una vez, en serio, me has quitado las ganas.

-Tranquilo, amor, no tiene buen gusto. Si vieses con quién se acuesta lo entenderias.-le consolé.-En la variedad está el gusto, Vania.-le recordé.

-¿Cuándo le he dado a Elisa garantias de pareja? Nunca, asi que deja de decir gilipolleces como si con eso fueses a lograr algo.-repliqué.-Y deja de ofender a mi acompañante, él aún no te ha insultado.- Andrew asintió con firmeza y se pegó más a mi buscando protección.

-Bien.-asentí.-Nunca he tenido mal gusto.-agarré la barbilla de Andrew y besé la comisura de sus labios relamiéndome después.