Aburrimiento.

-¿No eres cariñoso, amor?-inquirí muy cerca de su rostro. Asintió y buscó mis labios con desesperación. Sonreí contra sus labios y le aparté un poco.-Creo que te equivocas, Vania.

-Si me dejases conservarlo te lo demostraria...-empecé.-Claro, no va a pasar de esta noche.-me quejé en voz muy baja.
-Es ardiente...-sonreí.

-Me apuesto lo que quieras que Cloud se mueve menos que el jornal base.-comenté.-Me encantaria quedarmelo...-añadí mirando a mi, cada vez más confundido, Andrew.

-Sí, ya sé. Y tampoco puedo convertirlo como tú hiciste con el criajo.-respondí mirándola de reojo.-¿Cierto?

Entrelacé mi mano con la de Andrew, cuanto me gustaba.
-Deberia acabar con esto.-murmuré dejando entrever lo apenado que estaba. Besé sus labios de nuevo descendí hasta su cuello. Pasé mi brazo por su cintura atrayendolo hacia mi y evitando que pudiese escaparse. Una gota cayó en mi mejilla, se habia percatado y aún así no intentaba soltarse... Limpié sus lágrimas con mis labios y permanecí muy cerca de su rostro, mirándole fijamente.-Esto acabará pronto, lo prometo.-susurré acariciando su mejilla con nuestras manos aún entrelazadas.

Mordí su cuello y noté como apretaba mi mano. Aferré más fuertemente su cintura y fruncí el ceño. Fue debilitándose poco a poco hasta que quedó innerte en mis brazos. Apoyé su cabeza en mi hombro y lo acuné.
-Lo lamento...-susurré girando la cabeza y entrerrándola en su pelo. Besé su mano.-¿Qué hacemos con él?-pregunté sin volverme a buscar a Vania.

Gruñí y me quedé rígido.
-Eso no se hace ni con los animales.-repliqué de forma siniestra. Cogí en brazos el cuerpo ya sin vida de Andrew y me alejé hacia los árboles.

Aceleré el paso dejándola atrás. Al llegar a una zona espesa dejé el cadáver en el suelo con suavidad. Suspiré. Siempre habia cazado humanos, qué me pasaba. Desde cuándo tenia remordimientos.

Cogí la pala con brusquedad y la hundí en el suelo. En cuestión de minutos habia cavado lo suficiente para enterrar a Andrew. Cogí el cuerpo y tras contemplar unos instantes ese rostro angelical lo enterré.
Me sacudí la ropa tratando de adecentarme y me alejé con las manos en los bolsillos. No creia en ningún dios y no sabia rezar, asi que me limité a marcharme en completo silencio.

Suspiré, más bien bufé. Apreté los puños y la mandíbula.
-¿Qué más quieres?-pregunté sin mirarla entrelazando las manos a la espalda.

Me detube y alcé una ceja con desdén.
-...-preferí callarme, cambié de dirección y seguí andando.

Me volví para mirarla de arriba abajo con incredulidad y furia. ¿Se estaba cachondeando de mi?
-Perfecto, enterremos también a tu neurona, acaba de morir.-respondí con dramatismo y sarcasmo. Me volví y seguí andando.