Aburrimiento.

La ignoré y seguí andando en silencio en dirección a la mansión.

Me detube otra vez apretándome el tabique nasal con fuerza. Fruncí el ceño.
-Vania, largate.-mi voz temblaba de furia.

-No tengo la culpa de que no tengas vida social.-respondí con calma. Sabia a la perfección odo lo que era capaz de herir a alguien con ese tono de voz, más que si gritaba. Golpeé un árbol y me senté a sus pies con la mirada perdida. Me marcharia, o al menos me encerraria temporalmente.

Me avalancé sobre ella apretando su cuello con fuerza.
-Callate. No recuerdo haberte pedido opinión sobre mi forma de ser o sobre si te gusta o no. Me es indiferente lo que pienses pero no vuelvas a levantarme la mano porque entonces te aseguro que ni tu papi llegará a tiempo de salvarte.- conforme había ido hablando habia ido apretando más y más, dejándole marcas en el cuello. La solté y me puse en pie.- Ahora vete a llorarle a la única persona que te soporta.-añadí alejándome.
Entre en la mansión sin hacer el más mínimo ruido y me dirigí a la biblioteca.