Maldiciendo y algo más..

¿Que dejase toda esa qué? ¿Invadía mis pensamientos y los juzgaba? Me guardé la ira. No era el momento apropiado.
-Gracias. Lo siento.-murmuré, sintiéndome un cobarde suplicante.

Incliné ligeramente la cabeza.
-Sí, discúlpeme. Lo lamento.

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Mire al frente, sin moverme.
-Vania.- llame lo hice como si estubiese a mi lado, era consciente de que me habria oido.- Puede venir un momento, necesito pedirle algo.-

-¿Tiene alcohol?.- pregunte mirandola. Trate de averiguar si seguia molesta por el pequeño incidente. Parecia que no.

Asenti.
-¿No tiene?.- pregunte.-Vera los humanos se hacen mas pendientes a parte de los de los lobulos de las orejas. Y por curiosidad me hice uno. Él humano que me lo hizo me advirtio que debia curarmelo antes de acostarme y que para hacerlo debia aplicarle alcohol.- explique.

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Volvi a la mansió cuando considere que estaba lo suficiente calmada como para no llevarme a nadie por delante. Al acercarme a la casa habia pensado en entrar por la ventana de mi cuarto, pero nunca habia tenido miedo de nada y esta no iba a ser la excepción. Abri la puerta de la mansión y entre con total tranquilidad. Estaba preparada para cualquier cosa.

Impasible, como si la cosa no fuese conmigo.
-Nadie ha dicho que esto tubiese que ver contigo. Y mis modos... dejemoslo.-dije pasando por su lado y subiendo la escalera.

Segui subiendo las escaleras.
-Le grite a Vincent, no a ti.- respondi antes de girar en dirección a mi dormitorio.

-Me gritaste, cuida tus formas Amelia, y tu carácter-añadi sonriendo.

La amenaza era visible. Me volvi hacia ella. Mi tono de voz era imparcial.
-No te grite a ti. Y soy lo bastante mayorcita como para saber que debo y que no debo hacer, asi que guardate tus consejos.- conclui, me di la vuelta y me dirigi a mi habitación.

No lo soy, esa fue toda mi respuesta.

-Mi problema, no el tuyo.- y cerre la puerta.