Conociendo a los invitados.

-Con su permiso...-murmuré, arrastrando las palabras al tiempo que tomaba asiento. Fijé la vista en mi copa y poco a poco volvi los ojos a la matriarca, a la espera de que hablase.

Asentí. Licántropos...deseaba encontrarme con alguno lo antes posible. Sonreí interiormente. Jamás acabaría de entender mi propia fascinación por esos seres.
-Comprendido.-dije.

Por no suspirar, solté el aire lentamente y sin emitir sonido. Ése iba a ser mi gran problema en la mansión. Me obligué severamente a dejar de hablar conmigo mismo.Me dije que no debía pensar ´define perfecta´, pero supuse que ya había metido la pata solo con esa idea. Genial. Lo que había dicho, mi gran problema. Me disculpé con la matriarca por mi atrevimiento mental en silencio y sonreí por cortesía. Brevemente, no estaba muy seguro de que mi sonrisa pudiese resultar algo creíble.

-Claro. No lo olvidaré. Me gustaría saber como desea que nos dirijamos a usted.-Miré de reojo a Lunne, me moría por hablar con ella, por estudiar su apariencia, pero me forcé a mantener la compostura y presté toda mi atención a la matriarca.

Asentí.
-Me temo que ella ha suscitado mi interés.-comenté, mirando a Lunne y dirigiéndole una sonrisa. Me esforcé en no asustarla.

Tenía que admitir ante mí mismo que me caía bien Vania. Sonreí por dentro.
-Supongo que si la incomodo, Lunne, puedo suspender mi curiosidad hasta más adelante.

Si me seguía tirando así de la lengua, acabaría diciendo algo fuera de lugar en cuanto a mi rango, por lo que me mordí la lengua, sonriendo levemente.
-No me ofende, Vania. Todos estamos de acuerdo en que su hija es un encanto. Quiero decir que es hermosa. Lo siento.
Aparté la vista de Vania un instante para mirar a Lunne. Le sonreí. Comenzaba a pensar que estaba siendo más cortés en esos escasos minutos de lo que había sido alguna vez en todos estos años.

Sonreí al verle.
-Es obvio que debes odiarme por estos minutos,sobre todo pensando eso, pero enhorabuena por aguantarme-le dije sonriendo maliciosamente.

Lo difícil no iba en relación con la preciosidad de Lunne, sino con el autocontrol que precisaba para no reírme y sentarme a su lado para enfrentar mis palabras a las suyas directamente. Me aclaré la garganta y bebí. ¿Qué otra cosa podía hacer?
-Gracias, Vania. Ha sido un placer. Un completo placer.- ...oh, vamos, esto era demasiado complicado. Ni siquiera podía pensar que no debía pensar en pensar nada acerca de nada.
Devolví la mirada a la tímida Lunne.