Habitación de Caleb

Me removí cuando oscureció y cambié mi postura, gruñí cuando me tumbe sobre el brazo malo y abrí los ojos. Al verlo ahí, junto a mí sonreí como un idiota. Me tumbé bocarriba y cogí el libro de mi mesilla, retomando la lectura.

Aparté la vista del libro para fijarla en su figura le miré de arriba a abajo con detenimiento.
-Buenas noches-saludé mientras me levantaba y dejaba el libro en su sitio. Me acerqué a las ventanas y descorrí las cortinas.-¿Qué tal has dormido?-pregunté volviendome hacia él.

Fuí al baño a lavarme la cara. Me fijé en mi camisa, echa girones y en los pantalones manchados de sangre seca. Salí a por ropa para ducharme y cambiar.
-¿Quieres ducharte?-quise saber mientras cogía la ropa limpia del armario.-Puedo prestarte ropa.-ofrecí.

Me quité la camisa, o lo que quedaba de ella. Subí a la cama y gateé hasta él obligandole a tumbarse. Besé la curva de su mandíbula y descendí hasta su clavícula arañandole con mis colmillos.
-¿Tú qué crees?.-pregunté. Volví a subir besando los arañazos, al llegar a sus labios los besé persuasivamente.

Reí entre dientes y coloqué mis bazos a cada lado de su cuerpo poniendome encima después, dejando un pequeño espacio entre ambos.
-Es inevitable si estas aquí.- respondí. Desabroché los dos botones más bajos de su camisa, metí la mano y acaricié su cuerpo.

-Que pena, con lo que me gusta tentarlo.-murmuré. Suspiré y agaché la cabeza haciendo que el flequillo ocultase mi rostro.-¿Y bien?-insistí refiriéndome a la ducha.

Me puse en pie refunfuñando algo como "buen samaritano, eso no hay quien se lo crea". Entre en el baño, terminé de desnudarme y lancé la ropa fuera cerrando después la puerta.
Cuando consideré que esta limpio salí y me envolví en una toalla. Coloqué el flequillo en su sitio y salí.
-Todo tuyo.-dije dirigiendome al armario.

-No te...-¿vayas?. Pero es qué me habia vuelto loco. Fingí concentrarme en elegir la ropa.- Como quieras. Ciao.-me despedí desde dentro del armario.

Me volví justo para ver como la puerta se cerraba. Cerré la puerta del armario con fuerza y en cuanto estube vestido abandone mi cuarto en dirección al bosque.

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Qué aburrimiento. No habia nada que hacer en este lugar. Me dejé caer sobre la cama con las manos en la nuca, mirando al techo. Divertidísimo.

Cuanto dramatismo, tanto por nada, pensé. Pusé los ojos en blanco y avancé hasta la ventana abriendola de par en par. Apoyé un pie en el alfeizar y salté.
-Hasta luego, Vania.-dije sin apenas elevar la voz. Salí de la mansión con paso ágil procurando disimular mi rastro.

********************************************************************Cerré la puerta con llave y me desnudé. Entré en el baño, abrí el grifo y me metí bajo el chorro de agua. Ya podia tirar la puerta abajo si queria. Mi opinión sobre ella y su perro/felpudo, Rufo, no iban a cambiar. Ambos daban pena.

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Abrí la puerta con Vincent aún pegado a mí, no le había soltado en todo el camino hasta allí. Cerré la puerta. Mis ojos seguian fijos en él, tan perfecto. Arañé su espalda de arriba abajo mientras que la otra buscaba la hebilla de su cinturón.