Habitación de Caleb

Le observé retroceder con una expresión rara dibujada en mi rostro. Lo comprendí rapidamente, un juego. Mis brazos se habian quedado extendidos y una de mis manos estaba cerrada en torno a algo, su cinturón. Lo dejé caer a mis pies sin prestarle atención. Avancé un par de pasos, no estaba como para aguantar su jueguecito.

Sonreí de una forma tan tensa como el resto de mi ser en esos momentos.
-¿Tú crees?-pregúnte tratando de disimular. Avancé unos pasos más, un par de pasos más y estaría contra la pared.

Detuve mi avance. No es que fuese a matarse si se tiraba pero no me hacia ninguna gracia la idea. Entrecerré los ojos tratando de calcular si me daría tiempo de sujetarle en el caso de que se tirase.
-Vincent, no lo hagas.-sonó como una orden, aunque en realidad era una petición.

-Prefiero que se rompa algo ella antes que te lo rompas tú.-repliqué con una mezcla de molestia y preocupación en mi voz.-Vincent...-insistí.

Caminé hacia él como si le fuera a abrazar, pero en lugar de eso mis brazos pasaron por ambos lados de su cuerpo y cerraron la ventana. Ahora que no estaba preocupado me di cuenta de que había sido una auténtica estupidez preocuparme, apenas había un par de metros y él era lo más parecido a un gato que había visto nunca.
-¿Qué pretendías?-pregunté mirando aún hacia fuera.

Le sujeté por lo hombros con firmeza inclinándome para mirarle a los ojos con seriedad.
-...-no fuí capaz de decir nada. Lo apreté contra mí con fuerza.

Me senté en la cama y tiré de él hasta sentarlo en mi regazo. Enterré la cabeza en su cuello y suspiré.
-Quédate a pasar el día.-pedí mientras besaba posterior de su oido. Recorrí su torso y su espalda mezclando arañazos y caricias.

Me quedé mirándole con la boca abierta, atónito. Siempre igual... sentí el deseo de tirarlo sobre la cama y sentarma a horcajadas sobre él, y así lo hice. Sujeté sus manos por las muñecas para evitar que me diese un bofetón.
-Me sacas de quicio. Me acercas, me alejas y así una y otra vez. Ya estoy harto de que me dejes a medias siempre.-comenté entre dientes. Me cabreaba bastante que hiciera eso.

-No será por falta de ganas por lo que no lo hago, creeme.-repliqué. Me quité de encima y retrocedí un paso.- Vete si es lo que quieres...-avancé hasta la puerta y la abrí.
-Ahí tienes, tu libertad.-añadí. No queria que se fuera pero, ¿qué otra cosa podia hacer? ¿Atarlo a la cama?

-...pero no es lo que yo quiero.-cerré la puerta sin fuerzas casi. No me sentia capaz de arrastarme hasta la cama, asi que me escurrí hasta el suelo y me quedé allí, con la cabeza vencida hacia delante.

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Abrí la puerta de mi cuarto e inmediatamente supe que habia sido muy mala idea. Un perfume que conocia bien abofeteó mi cara nada más poner un pie dentro de la habitación. Retrocedí un paso, por un instante pensé que estaba allí y con la misma rapidez con la que lo había pensado me di cuenta de que eso era algo más que improbable. Dejé de respirar y avancé hasta las ventanas, abriéndolas de par en par, cambié las sábanas y ordené un poco el cuarto.

Me acerqué a la puerta y por toda respuesta eché la llave.
-Está cerrado.-respondí.

Me senté en el alfeizar de la ventana y procedí a ignorarla.