Habitación de Vincent.

Me decidi. Llame a la puerta suavemente. Estaba temblando aunque en apariencia parecia muy tranquila.

Sorprendido, arreglé un poco mi aspecto desaliñado. Coloqué la cama en su lugar y fui abría la puerta. Antes de hablar, tanteé el terreno observando sus ojos.

Note su sorpresa y su recelo. Asi que le mire lo mas amistosamente posible y le sonrei ligeramente.

Arqueé una ceja. Esa sonrisa no hacía sino aumentar lo extraño de la situación.
-En qué puedo servirla.-dije.

Dude. Las dudas y la curiosidad me comian por dentro, pero hablar de esto con Vincent iva a resultar muy incomodo para ambos.
-Eh, esto Vincent. ¿Tiene un momento?.-pregunte dubitativa.

Miré un instante a mi espalda. Bueno, mi cuarto no estaba impecable, pero los destrozos del suelo estaban bien ocultos y la cama no estaba del todo deshecha. Asentí y me hice a un lado para dejarla pasar.
-Adelante. Tome asiento.

Entre. Pero no me sente, avance lo suficiente como para que pudiese cerrar la puerta.
-Gracias comente mientras entraba. La verdad es que el hecho de que accedieseme sorprendio bastante.

Me senté en la cama y crucé las piernas.
-Vos diréis.-dije. Evité mirarla fijamente para no ponerla más nerviosa.

Suspire. Volvi a sentirme tan tranquila como siempre.
-Antes de nada me gustaria pedirle perdon si el tema sobre el que quiero hablar le ofende en algun sentido. Creame que no vengo a ofenderle ni mucho menos.-explique con calma.- Recurro a usted porque parece, de todos los que aqui vivimos, que sea el mas experto.-

Mi confusión no hacía más que aumentar. Yo no me sentía especialmente cordial, de modo que prescindí de la amabilidad.
-Bien. Vaya al grano. ¿En qué soy el más experto?-inquirí.

Era irritante, yo disculpandome por mi posible futura ofensa y él metiendome prisa.
Me volvi hacia él para encararle, y camine acercandome mas.
-Siento no ser Lunne, Vincent, se que preferiria estar con ella. No le molestaria de no ser porque esto me interesa demasiado.- dije mirandole fijamente a los ojos. Estaba clar que ambos eramos orgullosos.- Me gustaria que me explicase como...-volvi a dudar.- Como es enamorarse.- solte de carrerilla.

Sonreí, escéptico.
-¿Es esto alguna especie de broma? No juegue conmigo, saldrá perdiendo.-aseguré.

Le mire molesta.
-Yo nunca bromeo Vincent.- respondi. Me sente a los pies de la cama. No pensaba moverme, queria una explicación, necesitaba una explicación. No creo que pidiese tanto.

La miré. ¿Iba en serio? Enamorarse... Bien, en algo debía darle la razón. Yo era el rey muerto de las pasiones humanas.
-Sé más concreta, ¿qué es lo que quieres saber? El amor es un prisma y cada cara de ese prisma refleja un sentimiento derivado de él.

Le mire tratando de averiguar si al decir algo tan poetico estaba tratando de burlarse de mi. Me acerque un poco mas casi sin darme cuenta.
-¿Un prisma?.- eso nunca me lo habria imaginado. En ningun libro ponia nada de eso.-Em, me interesa saber que se siente al enamorarse y al estar celoso.- aclare.

Ahora si reí.
-Los celos, son algo maravilloso. Ver como alguien se retuerce por dentro y se siente capaz de provocar auténtico dolor a otra persona sólo porque te adora es muy gratificante. Imagina lo que podrías sentir al mirar unos ojos y comprobar como el odio y la necesidad de tí, de sentirte suya se entremezlcan y difuminan ante la idea de perderte. Cuando alguien siente celos, siente temor. Eso te proporciona un dominio importante de su alma. A mí me hacían sentir querido. Sentir indispensable. Por eso abusaba y quizás aún lo hago de ellos.

-Suena...maravilloso.- murmure. Me acerque un poco mas.- Cuenteme mas sobre el amor y los celos.- Pedi. Estaba muy intrigada y fascinada ante la explicación de los celos.

-Tuve infinitos amantes. Algunos más cercanos que otros, claro. A esos normalmente los mantenía yo mismo en mi hogar, para disponer de ellos cuando lo desease. Trataba de probar su amor constantemente. Soy muy egoista, Amelia.-sonreí.-Adoraba que peleasen entre ellos por mí, que suplicasen mi amor. Mi atención. Hasta que llegó alguien... un hombre. Me fascinó desde el primer instante en que mis ojos se posaron sobre su cuerpo. Cambiaron las tornas. Yo lo perseguía como un demente, a todas horas. Él sólo se reía de mí y jugaba a dejar que me acercase lo suficiente como para apartarme él mismo con una patada. -suspiré, aún sonriendo.-Verás, percibir los sentimientos ajenos es increible, pero no tiene comparación con sentirlos en primera persona.

Me fascinaba, parecia tan hermoso vivirlo. Me incline en su dirección deseosa de oir mas. Lo del hombre me habia desencajado un poco pero no me importo.
-Por favor Vincent expliqueme mas.- yo, suplicando, eso era unico. Nunca habia suplicado por nada. Le miraba atenta, expectante, toda mi atención recaia sobre él.

-Finalmente lo conseguí, fue mío. Pero sentía algo demasiado profundo por él como para tratarlo como uno más. Acabó por convertirse en mi amigo. Mi único amigo, en el sentido total de la palabra. Amigos de usar y tirar los tenía a motones. Él era único. Habría muerto por él sin dudarlo. No era el tipo de amor idealizado del que tú me hablas, era un amor más allá de la atracción física, un amor que florecía en amistad. Algo más poderoso en muchas ocasiones...-reflexioné.- ...Vóynikov...-murmuré su nombre.- Le asombrará saber que se trataba de nada más y nada menos que de un licántropo. No volví a verlo después del...incidente que destruyó mi hogar.-me mordí el labio sin hacerme sangre.

-Un licántropo...-volvi a murmurar. Que tenian esos seres que nos fascinaban, Vincent no era el primero en decirme eso muchos vampiros, entre ellos yo, sentiamos verdadero interes o fascinación por esos seres tan rudos. Volvi a mirarle y le inste a continuar. Se expresaba muy bien, se notaba que sabia perfectamente de lo que hablaba, empezé a alegrarme verdaderamente de haber recurrido a él.

La cercanía de Amelia me hizo sonreír. No creía que ella se hubiera dado cuenta de cómo de cerca estaba ahora.
Era hora de hablarle más claramente de mi experiencia, pues es lo que realmente le interesaba. Más tarde podría seguir con las curiosidades. Pensé en cuando había sentido yo amor, pero esto me provocó un agudo dolor de cabeza. Me llevé la mano a la sien y jadeé un instante. ¿Qué ocurría? Miré a Amelia, pero en su lugar, otro rostro estaba ante mí....el rostro de...
Desperté de la alucinación-pues eso había sido, sin duda- y me disculpé ante la vampira.
-Demos por finalizada la explicación por hoy, querida.-sentencié sin lugar a réplicas.

Mi rostro se ensombrecio y agache la cabeza para que el pelo cubriese mi tristeza.
-Si, lo siento, ya le he robado demasiado tiempo.- dije sin mirarle. En ese momento me di cuenta de lo cerca que estabamos, aunque eso era lo que menos me importaba.
Me levante y me coloque un poco el vestido.

Suspiré al ver su cara. No podía ver una carita preciosa triste, era superior a mí.
-Puede volver dentro de un par de noches, si lo desea.-la informé, seguro de que me arrepentiría.

Sonrei. Adivine sus pensamientos sin necesidad de tener los poderes de Vania. En unas noches habria luna llena y siempre aprovechava esas noches para nadar.
-Vincent.- le llame sin volverme.- ¿Esta seguro de querer sinceramente que vuelva?.- pregunte.
Ladee la cabeza para verle lo justo por el rabillo del ojo.